13 feb 2009

Cuaderno de viaje I


Si alguna vez detuvieran su vista en el cielo nocturno, alejado de las luces de la ciudad, sentirían que el manto de lucecitas diminutas y distantes, los cubren como una sábana ligera.


Valentina sabía muy bien de ésta sensación.

Esperaba aquellas noches de cielo despejado, preparaba una manta, subía a su auto y se dirigía al punto más alejado de su casa; al otro extremo de la ciudad, donde el resplandor de la urbe no interfiriera. Cada vez que llegaba allí, colocaba la manta sobre el capot del auto y se recostaba.

No pasaba más de ½ hora. Era su dosis exacta de frescura y melancolía.

Soñaba con mirar el cielo desde otro sitio (aunque fuera el mismo cielo), donde el ruido de los vehículos o las luces no estorbaron.


Así, decidida, emprendió su viaje.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

=)

SANTIAGO dijo...

buen viaje valentina! ojalá que saque fotos

Lo que últimamente me ha dejado sin palabras

Julio Cortázar... como siempre

Carta...

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera, y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mi,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad.