31 ene 2009

Recreos del alma

La lluvia y la música se encuentran a menudo.
La lluvia se anuncia con cúmulos oscuros y gruesos. La música llega tímida y respetuosa.

El murmullo del agua en los canteros despertó las primeras notas; el borbotar de miles de gotas cayendo desesperadas, anidando en la tierra empapada.
Los vidrios opacos, atravesados de arriba a abajo por gruesas gotas de lluvia (dibujando largas hileras de agua incontenible en el
escurrimiento), dejan entrever las manos deslizándose delicádamente por las teclas blancas y negras del viejo piano.

La madera caoba, recién lustrada, refleja los dedos extendéndose hacia el acorde inicial.

La lluvia cobra fuerza y se hace sentir sobre el techo, a media noche, mientras comienza a sonar un melancólico y sentido vals.




5 comentarios:

Steki dijo...

Bueno, hoy hay olor a lluvia por todos lados!
Vengo de un blog de España con olor a tierra húmeda y me llego a la Patagonia con el mismo olor?
Y en el medio Mendoza con sol radiante. La lluvia la tuvimos anoche! Jaja.
Muy lindo leerte en mi recreo, pequeña.
Besos de sábado.
STEKI.

SANTIAGO dijo...

ayer hubo chubasco por acá también, pero el monótono golpetear de las gotas porteñas se comió las notas! algun que otro refucilo no habría venido nada mal, aunque la lluvia siempre es bienvenida en esta época del año.

Anónimo dijo...

Hermoso relato!!Lleno de música, música de lluvia y piano!

Me gusta la lluvia y la extranio!
Beso Andru!

SANTIAGO dijo...

se está haciendo largo febrero sin historias!

Andru y Alain dijo...

........ estoy con pocas ganas de escribir =(

p.d: subi en el otro blog un fragmento de algo en lo q estoy trabajando hace mucho

Lo que últimamente me ha dejado sin palabras

Julio Cortázar... como siempre

Carta...

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera, y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mi,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad.