29 ago 2009

Cuaderno de viaje IV


Ruta y meseta.
La única combinación posible durante muchos kilómetros.

Valentía sentía agonizar su curiosidad. Claro, no había pensado que el viaje a través de la meseta era, es y seguirá siendo solitario.
Muy de vez en cuando, algún choique con sus charitos cruzaban el asfalto caliente de tanto sol. Otras, unos chulenguitos sueltos por ahí (seguramente con el resto de los guanacos cerca). Luego, la pura “nada”. El suelo yermo en todo su esplendor.
El cielo, con algunas nubes, no impedía que los rayos del sol surcaran la tierra.
Ninguna FM... sólo el ruido del viento. Como en una película... rodando sobre la ruta.

Un alto por unos minutos,campo adentro, buscando algo diferente.

El molino girando, el viento dándole en la cara, el ganado disperso...

Por unos momentos sonrió ... nada era igual. Su mundo, su ciudad y mirador. Las estrellas por la noche.

Hoy el cielo le anunciaba un comienzo... lo nuevo, de la mano del viento.


Lo que últimamente me ha dejado sin palabras

Julio Cortázar... como siempre

Carta...

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera, y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mi,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad.