18 jul 2008

Reflexiones de una tarde gris

Día IV

Amaneció lloviendo.
El cielo que me recibió gris y perturbador, ahora ya disipa esas nubes tempraneras y muestra el claro azul de un día
más de junio (el último)
El frío se mezcla con el viento arrasante.
Las baldosas húmedas y sueltas albergan algunas gotas,
manteniéndolas prisioneras.
Me preparo para ir a la playa... sí, la playa en invierno.
Me siento en la mesa, junto a la ventana con vista al mar de aquel café que tanto me gusta.
No me sorprende encontrar a otros melancólicos como yo, con el fiel capuccino, con la música casi apagada... todos mirando hacia el horizonte.

¿Nos motivarán situaciones similares para estar allí, solos...?

Mesa para 1, por favor...


4 comentarios:

SANTIAGO dijo...

cuantas del azucar al capuchino? que fresquete para ir a la playa en esta epoca, lleva alguna bebida espirituosa? cuantas preguntas!

p.d: muy lindas las fotos nuevas! y el paisaje también.

Andru y Alain dijo...

Generalmente 3 de azúcar
... ahora, si la bebida espirituosa (q nunca falta) se da antes del capu... ahi puedo llegar a perder la cuenta.............

mago770 dijo...

que lindo ir a la playa en invierno y ver el viento jugar con la arena , el mar encrespado,
y sonando una cancion romantica con un rico cafe ideal para anamorarse.
en la foto que decis algun lugar de buenos aires ,es el edificio de obras sanitarias, actualmente aguas argentinas.
lindo el posteo me gusto saludos

Sonny dijo...

Quiza....

Se encuentra muchas similitudes y a veces ni cuenta se dan...

Saludos

Lo que últimamente me ha dejado sin palabras

Julio Cortázar... como siempre

Carta...

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera, y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mi,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad.