17 abr 2008

Una que me contaron (3º entrega)

III

Los días ya no transcurrieron de la misma manera. Dejaron de ser rutinarios, "normales".
Durante la primera semana se buscaron. Ella lo sabía. Sabía que él buscaba contactarse con ella. Sonreía al imaginar las excusas que usaría para construir el puente que lo llevaría de nuevo a ella.
El reencuentro estuvo cargado de silencios; de preguntas ahogadas en las ganas.

Algunas veces se fugaron a bordo de su propia ilusión; pretendiendo fingir creerse, aunque sea por un momento, que no existía nadie más que ellos dos. Y el tiempo no pasaba, se detenía ahí mismo: en las complicidades, en la magia creada. Y de las palabras nacían alas que los invitaba a viajar tan lejos de sus propias mentes que el retorno se hacía crudo, sin saber cómo seguir; cómo retroceder en el camino recorrido.

Allí, en ese espacio hermosamente grande e íntimo, se entregaron.
Escapaban para perderse el uno en el otro. Se atrevieron a bajar las barreras, disfrutando sus encuentros sin culpas, sin remordimientos, sin pensar en explicaciones o excusas.

No habría que cuidarse de sí mismos.

1 comentario:

gus_ dijo...

¿qué puedo acotar acá después de la charla del otro día?

espero que hayas disfrutado el feriado como debe ser. te dejo besos

=)

Lo que últimamente me ha dejado sin palabras

Julio Cortázar... como siempre

Carta...

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera, y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mi,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de libertad.