
Amaneció lloviendo.
El cielo que me recibió gris y perturbador, ahora ya disipa esas nubes tempraneras y muestra el claro azul de un día más de junio (el último)
El frío se mezcla con el viento arrasante.
Las baldosas húmedas y sueltas albergan algunas gotas, manteniéndolas prisioneras.
Me preparo para ir a la playa... sí, la playa en invierno.
Me siento en la mesa, junto a la ventana con vista al mar de aquel café que tanto me gusta.
No me sorprende encontrar a otros melancólicos como yo, con el fiel capuccino, con la música casi apagada... todos mirando hacia el horizonte.
¿Nos motivarán situaciones similares para estar allí, solos...?
Mesa para 1, por favor...